Frente a los casos de Bahía Blanca, Zárate y Vera
¿Se puede prevenir la mayor frecuencia de fenómenos climáticos extremos?

Tres especialistas de la FICH (UNL) aportan conceptos para comprender lo que ocurrió y lo que puede suceder. Recomiendan planes de desagües que se adapten a cambios urbanos y políticas de uso de suelo, pero también concientización social y un abordaje de sistema como cuenca.
Nancy Balza
Bahía Blanca en marzo (290 mm en 12 horas); Zárate-Campana y su zona de influencia (260 mm. en pocas horas), en mayo; y apenas unos días atrás, Vera (420 mm. en 12 horas), en el norte de la provincia de Santa Fe. ¿Qué tienen en común los tres episodios? "Son considerados fenómenos climáticos extremos". "están concentrados en un área pequeña y son muy persistentes". Y si bien ahora tuvieron esta localización geográfica "pueden ocurrir en cualquier lugar". De hecho, también en áreas no urbanizadas donde, al no afectar vidas humanas y bienes, tienen menor trascendencia pública.
Así lo afirman Carlos Paoli, Felipe Franco y Viviana Zucarelli, investigadores y docentes de la Facultad de Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral. El diálogo con este diario se convierte en una suerte de clase didáctica para repasar conceptos que permitan comprender estos fenómenos, pero también para acercar sugerencias y propuestas. En definitiva, el conjunto pone en valor, una vez más, a la Universidad pública a la que hace pocos días se le pedía respuestas y pronósticos sobre la sequía y ahora debe aportar su expertisse en un fenómeno opuesto.
La nota está organizada en tres bloques con la opinión y el aporte de cada especialista. ¿Están preparadas las ciudades?
Felipe Franco (Vicedecano de la Facultad de Ingeniería Hídrica-UNL y ex secretario municipal de Desarrollo Urbano y Gestión Hídrica): Venimos de un período de seca y una concentración de actividades humanas que cambian la atmósfera. Estos eventos repentinos no son propios de acá sino que se han dado en otros lugares, como España (Valencia, noviembre de 2024). A su vez hay un momento en que se deposita en una zona y a pocos kilómetros ocurre un fenómeno normal.
Eso nos indica que algo está cambiando en los movimientos de la atmósfera y tenemos que pensar que la polución y algunos malos enfoques de la actividad humana generan alteraciones.
Lo que si podemos empezar a pensar es cómo están preparadas las ciudades para ese evento. No hay ninguna ciudad que pueda decir que tiene todos los desagües realizados: algunas tienen planes maestros realizados, otras con posibilidades de llevarlos adelante y otrasno. Pero para lluvias normales, en general las ciudades funcionan.
En la ciudad de Santa Fe todavía no está terminado el Plan Director, hay refuerzos que se están previendo pero en lluvias relativamente normales la ciudad desagua y funciona.
Ahora, para el caso de una lluvia de 400 mm. en 6 horas como fue en Vera, no hay ninguna ciudad que lo pueda soportar. Y pasó en Bahía Blanca, San Antonio de Areco y, antes, en Valencia (España), Porto Alegre (Brasil) entre otros. Estas precipitaciones pueden ser muy intensas en corto tiempo. Y son las altas intensidades las que no pueden soportar los sistemas de desagües.
En la ciudad de Santa Fe, desde el 2007 a la fecha se avanzó en el desarrollo de los troncales de drenaje pero faltan otras obras de esa magnitud y desagües secundarios para decir que se tiene un sistema desarrollado. Eso no implica que una lluvia de este tipo no va a traer inconvenientes; hay que tratar de que ese inconveniente afecte a la calzada y no a los domicilios. Pero va a depender del poder de policía de los municipios y de la provincia en cuanto a los lugares de ocupación permitidos y de un plan alternativo de viviendas para sectores de poco poder adquisitivo, que son los que siempre terminan afectados.
- ¿Aprendimos algo después de la inundación de 2003?
- Aprendimos y avanzamos en muchas cosas. Pero lo que todavía no se comprende es que una obra no termina con el problema: el problema sigue existiendo porque la amenaza sigue presente. No se trata solamente de tener un desagüe sino de mantenerlo y de contar con recursos privados y estatales para los trabajos complementarios. La Municipalidad avanzó con normativas, como los retardadores pluviales para mitigar las altas intensidades, pero no están totalmente desarrollados. Y el tema de la basura no deja de ser un elemento a tener en cuenta.
Tenemos una crisis de agua potable, pero si hacemos cosecha de agua, disminuimos el volumen que tiramos a la calle y se podrían mitigar los efectos de lluvias intensas.
¿Hemos aprendido? Si. ¿Nos falta? Mucho. Hay que seguir concientizando, incorporando a sectores de la sociedad para que trabajen en forma conjunta en el mantenimiento del sistema y en actividades complementarias.
¿Cuáles son las amenazas para Santa Fe?
Viviana Zucarelli (Secretaria de Extensión, Transferencia y Vinculación Tecnológica de la FICH): En Santa Fe, las precipitaciones no constituyen la única amenaza. Tenemos que tener en claro dos conceptos: la crecida y la inundación. Una crecida es un fenómeno por el cual los ríos aumentan sus caudales y es normal que eso ocurra. Una inundación se produce cuando hay agua en lugares que afectan a las actividades humanas, zonas que normalmente no deberían ser ocupadas.
A su vez esas inundaciones pueden ser causadas por eventos de precipitaciones, pero también por los desbordes de los ríos. Santa Fe es muy vulnerable a las dos cosas: a precipitaciones intensas que a veces hacen colapsar la ciudad, pero también al desborde de los ríos, sobre el que hemos tenido copiosos y dramáticos ejemplos, tanto del Salado en 2003 como del Paraná en 1983, 1992 y 1998.
Cuando un río desborda sale de su cauce natural y empieza a llenar el valle de inundación que es el espacio que tiene para almacenar agua. Y si éste se encuentra ocupado con viviendas, obras no autorizadas y población, nos convertimos en más vulnerables a esta amenaza que es el río. Y todo ocurre en un sistema que se llama cuenca, al que pertenece la ciudad de Santa Fe.
Por otro lado, es normal que la población crezca y tengamos más viviendas, pero eso significa también mayor impermeabilidad. Cuando eso ocurre, los suelos no infiltran y hay mayor escurrimiento. Pero cuando este fenómeno se da en el valle de inundación, con falta de ordenamiento territorial y urbanización no planificada, los inconvenientes aumentan. Por eso es importante que sepamos que hay áreas que tienen riesgo hídrico y probabilidad de inundación.
Además, hace una semana nos convocaban para hablar de la sequía y teníamos que contar por qué el río estaba por debajo del metro y qué iba a pasar de acá a tres meses. Ahora nos están convocando por esto: podemos decir hoy sequía, pero mañana inundación. Y al revés.
En muchos lugares y Santa Fe no es la excepción, estamos acostumbrados a trabajar en la emergencia: correr atrás de la emergencia puede tener éxito, porque a lo mejor sale bien, pero es incierto y costoso.
- Precisamente, ¿podemos estar hablando ahora de inundaciones cuando el Paraná está tan bajo?
- Parece un tema lejano pero desde la academia remarcamos la importancia de la información porque no se puede gestionar lo que no se conoce; no podemos saber cuánto llueve si no medimos la precipitaciones ni saber a cuánto va a crecer el río si no medimos su nivel. Para eso está la Universidad: para hacer investigación aplicada, desarrollo y transferencia.
Evidencia científica y medidas
Carlos Paoli (Integrante de la comisión directiva del Instituto Argentino de Recursos Hidricos-ARH): Más allá de la discusión entre cambio climático o variabilidad climática, lo importante es que la evidencia a nivel mundial y en el país es que ha aumentado la frecuencia con que se presentan los eventos extremos, sean tormentas intensas, crecidas o las grandes sequías y bajantes de los cursos de agua.
La consecuencia es que ha aumentado el riesgo, tanto porque lo hicieron las crecidas y las tormentas intensas como porque se incrementó la vulnerabilidad de los sectores donde impacta; sobre todo la ocupación de zonas que no son adecuadas para el desarrollo de actividad urbana. Un ejemplo muy claro fue lo que ocurrió en Valencia o en Bahía Blanca donde estaban ocupados lugares que eran de escurrimiento directo de las aguas. Cuando se producen estos eventos extremos no se puede esperar otra cosa que lo que sucedió, y lo peor de todo es la pérdida de vidas humanas. No vamos a evitar que se sigan produciendo eventos extremos porque es el clima el que lo define.
- ¿Qué podemos hacer?
- Podemos tratar de mitigar esa situación para lo cual se dispone de las obras (medidas estructurales) y el complemento de lo que llamamos medidas no estructurales que, a veces, no son muy conocidas. Además, las obras siempre tienen un límite físico y no se pueden hacer para cualquier tamaño de crecida o de tormenta.
Hay tres medidas dentro de las tantas complementarias: los sistemas de alerta temprano y los sistemas de alerta hidrológico. Existe el sistema de alerta temprano del Servicio Meteorológico Nacional; es muy bueno pero indica que es muy probable que se produzcan tormentas con distinto grado de intensidad pero no tiene asociado qué significa que una lluvia supere determinados montos. Necesitan complementarse con los sistemas de alerta hidrológicos para saber dónde va a impactar y de qué forma. Para eso se necesita disponer de los sistemas de modelación que permitan ver la evolución de ese fenómeno sobre el terreno. ¿Cómo se puede mejorar esta estrategia? Tenemos sistemas de radar que requieren un monitoreo constante. Cuando hay un alerta meteorológico debería haber un equipo que se ponga a operar estos modelos de simulación y analizar las lluvias minuto a minuto para alertar en forma fehaciente sobre cuáles son las zonas de riesgo y de mayor impacto. Y se necesita que la gente conozca cuáles son. Hubo cierta resistencia a informar sobre este punto pero es imprescindible que se sepa.
Hay que tener un catastro de cuál es la gente asentada en esos lugares de riesgo. Y, además, como prevención hay que disponer de planes de contingencia para saber qué hacer además de cómo van a impactar los fenómenos.
Es común que se conozcan los planes para las ciudades, pero se ha hecho muy poco en el plano del aporte de las cuencas, para saber qué rutas se van a ver afectadas, qué puentes pueden estar en riesgo; cuáles son las zonas rurales más afectadas y principalmente cuales son las poblaciones que pueden ser dañadas; esto permite establecer prioridades de las inversiones puesto que no es posible hacer todo a la vez. Para disponer de estos planes de contingencia es indispensable actualizar la información y los estudios hidrológicos de la infraestrutura que se encuentra en la cuenca
La provincia tomó conciencia de eso y en la Universidad, por convenio con el Ministerio de Infraestructura, elaboramos guías para planes de contingencia para cuenca que está siendo evaluado por las autoridades.
Mejorar los sistemas de alerta temprano; delimitar las áreas de riesgo hídrico e informar a la población, y los planes de contingencia para cuenca son tres de las cuestiones más importante desde el punto de vista de la preparación y la prevención, cuyo objetivo principal es evitar la pérdida de vidas humanas, aunque no puedan evitarse el resto de los daños. Solo disminuirlos.
Fuente: Nancy Balza - El Litoral